Las liberadas: FARC "organización delictiva"
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tienen a la mayoría de sus más de 700 rehenes encadenados las 24 horas del día para que no se escapen. Esas cadenas que arrastran durante más de 10 años los secuestrados más antiguos del listado son el horror que más recuerdan Clara Rojas, ex candidata a la Vicepresidencia, y la ex parlamentaria Consuelo González después de su puesta en libertad el pasado jueves. Ambas agradecen infinitamente la mediación del presidente venezolano, Hugo Chávez, en la liberación después de más de seis años de cautiverio en manos de la guerrilla más antigua de Colombia.
En su primer día de libertad las dos ofrecieron una rueda de prensa en un hotel caraqueño el pasado viernes por la noche. Cortesía por delante, esperaron todo un día para no robarle el protagonismo a su anfitrión, quien acaparó toda la atención con su discurso de comienzo del año legislativo en la Asamblea Nacional, en el que pidió que las FARC fueran reconocidas como fuerza política y no terrorista. El Gobierno argentino, habitual aliado del venezolano, se distanció ayer de la solicitud de Chávez y señaló que «su país nunca ha visualizado el problema de los rehenes (de las FARC) como un tema de naturaleza política y nunca lo va a hacer». La Comisión Europea se limitó a decir que «toma nota».
Dolor por Ingrid
Ninguna de las dos ex secuestradas dio muestras de abatimiento físico o moral. Vestidas de forma elegante, el maquillaje logró disimular por un instante el dolor sufrido durante tantos años. Cada una dio por separado su rueda de prensa y las dos coincidieron en calificar a las FARC de «organizaciones delictivas» cuando se les preguntó si no eran grupos terroristas como dice Chávez. Rojas dijo al respecto que las FARC «en principio parecería ser una organización delictiva» que «mantiene a personas secuestradas», lo que reviste «delito de lesa humanidad». Al mismo tiempo, González subrayó que el secuestro «puede ser considerado una especie de tortura» y tachó a esa guerrilla marxista de «organización insurrecta al margen de la ley».
Con un conjunto rosa y la foto de su hijo Emmanuel en el cuello como si fuera una acreditación, Clara Rojas, de 44 años, fue la más habladora de las dos. Risueña y jovial estuvo acompañada de su hermano Iván y de su madre Clara, a quien no le soltó la mano durante su comparecencia ante la prensa. Por diplomacia en ningún momento quiso contradecir las opiniones del mandatario venezolano sobre los captores.
Sin embargo, la cuestión de las cadenas martillea su mente. Clara Rojas dijo que cuando vio las pruebas de vida de Ingrid Betancourt -su amiga y candidata presidencial cuando ella aspiraba a la Vicepresidencia por el mismo partido-, en las que se muestra delgada y abatida, «pedí a los comandantes del campamento que no encadenaran a Ingrid porque se le veía muy mal. Me duele profundamente, debe tener problemas de salud. Es doloroso tenerlos así encadenados».
«Enseñan a secuestrar»
Pero Clara se preocupa por todos los secuestrados. Ella se quedó acompañando a su compañera de candidatura electoral cuando fueron secuestradas en febrero de 2002 en el Caguán donde, según su testimonio, «enseñan a sus miembros a secuestrar, eso me preocupa». Describió también el nacimiento de Emmanuel, atendida por un enfermero de las FARC, quien usó un cuchillo de cocina para la cesárea. Lo tuvo con ella en condiciones precarias hasta los ocho meses de vida. «Me preocupa que el niño presente o presentaba quemaduras de cigarrillos».
La ex rehén piensa regresar a Colombia en los próximos días. Ya tiene todo un plan para recuperar a Emmanuel, quien se encuentra protegido en una institución del Estado, y que empiece a ir a la escuela. Del padre de su hijo no tiene noticias, ni siquiera si está vivo. Durante el secuestro tuvo una relación consentida con un guerrillero raso y el niño es el primero que nace en cautiverio. «No tengo información del papá del niño. A lo mejor él no sabe que es el padre de Emmanuel».
Cuando divisó los helicópteros venezolanos de salvamento con los emblemas de la Cruz Roja Internacional en San Juan de Guaviare, Clara, con su mochila al hombro, fue la primera en salir corriendo a su encuentro. «Es una sensación maravillosa. Me dijeron que era peligroso salir así al descampado pero no pude evitarlo», relató emocionada.
La ex congresista Consuelo González, de 57 años, fue más política y breve que su compañera de cautiverio. Con una gargantilla de perlas y conjunto de pantalón y camisa blancos se hizo acompañar por sus dos hijas en la rueda de prensa. Recordó que estuvieron 20 días caminando por la selva antes de alcanzar la libertad. Los guerrilleros estuvieron muy cautelosos con ellas desde que se anunció el rescate para que no les pasara nada. Consuelo también consideró que las maniobras militares del Ejército colombiano obstaculizaron la primera fase del rescate a finales de diciembre. «Veíamos helicópteros y sentíamos caer las bombas cerca de nosotras».
Durante los seis años y medio que estuvo secuestrada su esposo falleció y tuvo una nieta. Durante todo ese infierno «muchas veces nos movieron de un sitio a otro, era una situación de altísimo riesgo». Les movilizaban continuamente de un campamento a otro.
Consuelo González considera que Chávez es «profundamente demócrata» y no cree que sus declaraciones de reconocer la beligerancia política de las FARC y que no son terroristas represente «una intromisión en asuntos internos de Colombia». Se siente comprometida con la causa de liberar a todos los rehenes colombianos «cueste lo que cueste». Hoy está previsto que la ex congresista regrese a Bogotá. Allí piensa reunirse con Álvaro Uribe.
En su primer día de libertad las dos ofrecieron una rueda de prensa en un hotel caraqueño el pasado viernes por la noche. Cortesía por delante, esperaron todo un día para no robarle el protagonismo a su anfitrión, quien acaparó toda la atención con su discurso de comienzo del año legislativo en la Asamblea Nacional, en el que pidió que las FARC fueran reconocidas como fuerza política y no terrorista. El Gobierno argentino, habitual aliado del venezolano, se distanció ayer de la solicitud de Chávez y señaló que «su país nunca ha visualizado el problema de los rehenes (de las FARC) como un tema de naturaleza política y nunca lo va a hacer». La Comisión Europea se limitó a decir que «toma nota».
Dolor por Ingrid
Ninguna de las dos ex secuestradas dio muestras de abatimiento físico o moral. Vestidas de forma elegante, el maquillaje logró disimular por un instante el dolor sufrido durante tantos años. Cada una dio por separado su rueda de prensa y las dos coincidieron en calificar a las FARC de «organizaciones delictivas» cuando se les preguntó si no eran grupos terroristas como dice Chávez. Rojas dijo al respecto que las FARC «en principio parecería ser una organización delictiva» que «mantiene a personas secuestradas», lo que reviste «delito de lesa humanidad». Al mismo tiempo, González subrayó que el secuestro «puede ser considerado una especie de tortura» y tachó a esa guerrilla marxista de «organización insurrecta al margen de la ley».
Con un conjunto rosa y la foto de su hijo Emmanuel en el cuello como si fuera una acreditación, Clara Rojas, de 44 años, fue la más habladora de las dos. Risueña y jovial estuvo acompañada de su hermano Iván y de su madre Clara, a quien no le soltó la mano durante su comparecencia ante la prensa. Por diplomacia en ningún momento quiso contradecir las opiniones del mandatario venezolano sobre los captores.
Sin embargo, la cuestión de las cadenas martillea su mente. Clara Rojas dijo que cuando vio las pruebas de vida de Ingrid Betancourt -su amiga y candidata presidencial cuando ella aspiraba a la Vicepresidencia por el mismo partido-, en las que se muestra delgada y abatida, «pedí a los comandantes del campamento que no encadenaran a Ingrid porque se le veía muy mal. Me duele profundamente, debe tener problemas de salud. Es doloroso tenerlos así encadenados».
«Enseñan a secuestrar»
Pero Clara se preocupa por todos los secuestrados. Ella se quedó acompañando a su compañera de candidatura electoral cuando fueron secuestradas en febrero de 2002 en el Caguán donde, según su testimonio, «enseñan a sus miembros a secuestrar, eso me preocupa». Describió también el nacimiento de Emmanuel, atendida por un enfermero de las FARC, quien usó un cuchillo de cocina para la cesárea. Lo tuvo con ella en condiciones precarias hasta los ocho meses de vida. «Me preocupa que el niño presente o presentaba quemaduras de cigarrillos».
La ex rehén piensa regresar a Colombia en los próximos días. Ya tiene todo un plan para recuperar a Emmanuel, quien se encuentra protegido en una institución del Estado, y que empiece a ir a la escuela. Del padre de su hijo no tiene noticias, ni siquiera si está vivo. Durante el secuestro tuvo una relación consentida con un guerrillero raso y el niño es el primero que nace en cautiverio. «No tengo información del papá del niño. A lo mejor él no sabe que es el padre de Emmanuel».
Cuando divisó los helicópteros venezolanos de salvamento con los emblemas de la Cruz Roja Internacional en San Juan de Guaviare, Clara, con su mochila al hombro, fue la primera en salir corriendo a su encuentro. «Es una sensación maravillosa. Me dijeron que era peligroso salir así al descampado pero no pude evitarlo», relató emocionada.
La ex congresista Consuelo González, de 57 años, fue más política y breve que su compañera de cautiverio. Con una gargantilla de perlas y conjunto de pantalón y camisa blancos se hizo acompañar por sus dos hijas en la rueda de prensa. Recordó que estuvieron 20 días caminando por la selva antes de alcanzar la libertad. Los guerrilleros estuvieron muy cautelosos con ellas desde que se anunció el rescate para que no les pasara nada. Consuelo también consideró que las maniobras militares del Ejército colombiano obstaculizaron la primera fase del rescate a finales de diciembre. «Veíamos helicópteros y sentíamos caer las bombas cerca de nosotras».
Durante los seis años y medio que estuvo secuestrada su esposo falleció y tuvo una nieta. Durante todo ese infierno «muchas veces nos movieron de un sitio a otro, era una situación de altísimo riesgo». Les movilizaban continuamente de un campamento a otro.
Consuelo González considera que Chávez es «profundamente demócrata» y no cree que sus declaraciones de reconocer la beligerancia política de las FARC y que no son terroristas represente «una intromisión en asuntos internos de Colombia». Se siente comprometida con la causa de liberar a todos los rehenes colombianos «cueste lo que cueste». Hoy está previsto que la ex congresista regrese a Bogotá. Allí piensa reunirse con Álvaro Uribe.
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