Simples bandidos
Editorial. El Nacional
Las agencias internacionales de noticias se dieron banquete ayer con la petición del presidente Chávez de que los países democráticos del mundo borraran los crímenes y actos terroristas cometidos durante los últimos 20 años por las FARC y el ELN en Colombia, y los declararan "fuerzas insurgentes". Es decir, que se les diera un estatus político propio de un movimiento de liberación nacional, tal como existía en las décadas de los sesenta y setenta. Pero se olvida nuestro mandatario de que está aupando vergonzosamente a unos grupos en armas que hoy han industrializado el secuestro, la extorsión y la protección a las redes del narcotráfico, traicionando así los principios éticos de cualquier revolucionario.
¿Acaso Ho Chi Minh, el valiente anciano que derrotó a las fuerzas estadounidenses en Vietnam, entró en el comercio ilícito de las drogas para sostener su lucha? Jamás lo hizo, y tampoco se rebajó a las tácticas extorsionadoras que se practican en Colombia con el secuestro y el cobro de la vacuna. Es más, este anciano vietnamita, tranquilo y sabio, jamás reclutó a niños para que murieran en el campo de batalla, como lo hacen las FARC.
¿Acaso Nelson Mandela, en su lucha por la libertad de Suráfrica, se convirtió en guardián de los narcotraficantes de esa vasta zona africana? ¿Cuántas extorsiones practicó Mandela y cuántos secuestrados negoció por dinero en efectivo y apoyo político, como ocurrió en Venezuela? ¿Se ocupó este sabio ex presidente surafricano de maquillar los negocios sucios de los grupos guerrilleros, que se disfrazan de revolucionarios para operar en África y exportar diamantes y oro a Europa? Nadie que sea revolucionariamente honesto entra en complicidad con una maquinaria guerrillera cuyo funcionamiento se aceita con prácticas ilegales, crueles y mafiosas. Basta recoger las declaraciones de una de las dos rehenes liberadas por las FARC, Consuelo González, quien reveló que en las selvas colombianas existen "cárceles del pueblo", donde la gente de Marulanda mantiene a decenas de rehenes en condiciones miserables e infrahumanas.
Pero lo más escalofriante es lo que denuncia González de que a "los presos que son militares o policías les colocan cadenas en el cuello", como hacían los capitanes de los barcos negreros en la época de la Colonia. En sus declaraciones, González manifestó que era sumamente doloroso "ver a los encadenados, quienes están obligados a llevar una parte de la cadena en un morral al hombro". Agregó, que Colombia "es la única parte del mundo en la que esto está ocurriendo". Para ella, era asombroso el comportamiento de estos presos: "Uno los miraba y decía: ¿cómo pueden resistir personas que llevan nueve, diez años secuestradas, y llevan más de un año encadenadas?" Dijo, igualmente, que todos los rehenes están muy complicados de salud.
Este cuadro dantesco muestra la verdadera naturaleza de los amiguitos guerrilleros del presidente Chávez, esos que él quiere convertir en "rebeldes insurgentes".
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