miércoles, 4 de junio de 2008

La Pobreza Chavizta

2 comentarios:

Anónimo dijo...

allí y en todas partes: paz, que coma quien tiene hambre, que tenga paz quien lo necesita

thaice dijo...

Sede del Ateneo de Valencia se mantiene tomada desde hace un a�o.


Desde el 18 de junio de 2007, cuando un grupo de trabajadores del Ateneo de Valencia, reclamando reivindicaciones laborales tom� de manera violenta, la sede de la instituci�n, en el amanecer de ese d�a, se inici� un tortuoso camino en la historia de esta instituci�n, que, a partir del 25 de febrero de 1936, fecha de su fundaci�n como Asociaci�n Civil sin fines de lucro, se ha distinguido como uno de los entes culturales m�s importantes en la historia de la cultura venezolana.
Ante la inusual forma de protesta, violenta y agresiva por parte de los empleados que exig�an que renunciara a su cargo de Presidente de la Junta Directiva, el escritor Jos� Napole�n Oropeza dimiti� para as� propiciar el di�logo entre los empleados tomistas y el resto de la Junta Directiva. Se encarg� de la Presidencia el Vicepresidente Dr Iv�n Hurtado Le�n, quien trat� de dialogar con los tomistas, que desviaron sus reclamos y exigencias laborales en otro sentido: exig�an la renuncia de toda la Junta Directiva para iniciar, supuestamente, un proceso de cambio en la naturaleza de la instituci�n. Se evidenci� entretanto, que el Gobierno Bolivariano de Carabobo, estaba detr�s del paro, pues no s�lo participaban de las discusiones entre las partes, de manera p�blica, los Secretarios de Cultura, de Educaci�n y de Planificaci�n, Gerardo Estrada, Sarina Cascone y Miguel Gonz�lez Chejade, respectivamente, sino que el propio Gobernador del Estado Carabobo, Luis Felipe Acosta Carles, declaraba, insistentemente, a trav�s de los medios de comunicaci�n, a favor del paro, sino que orden� se custodiara, d�a y noche, policialmente, la entrada a la sede de la instituci�n. Igualmente otorg� recursos econ�micos a una Fundaci�n denominada PROATENEO, cuya Junta Directiva preside el abogado de los empleados tomistas, Paolo Consoni.
En busca de una soluci�n jur�dica.
A una semana de la toma, el Gobernador del Estado promulg� un decreto confiscatorio del edificio administrativo del Ateneo de Valencia y los empleados tomistas, por su parte, introdujeron varias demandas por ante la Inspector�a Regional del Trabajo. La Junta Directiva del Ateneo de Valencia, por su parte, solicit� por ante los tribunales respectivos un recurso de interdicto posesorio y solicit� la calificaci�n del paro como ilegal. La Asamblea de Miembros del Ateneo de Valencia, reunida el 31 de julio, no acept� la renuncia de Jos� Napole�n Oropeza y orden� a su persona y al resto de los integrantes de la Junta, permanecer en pie de lucha por el rescate de la instituci�n. Los empleados tomistas arreciaron su ataque no s�lo al Presidente, sino al resto de los integrantes de la Junta, acus�ndolos, por diversos medios y ante diversas instancias, de supuestas irregularidades administrativas.
El d�a 22 de enero del a�o en curso, ante la convocatoria que hizo la Junta Directiva de la Bienal �64 Sal�n Arturo Michelena�, el Gobernador del Estado emiti� dos decretos: uno sobre los supuestos derechos de la Gobernaci�n para organizar el Sal�n �Arturo Michelena�, alegando que hab�a sido creado por decreto de la gobernaci�n el 29 de julio de 1943, y otro abrog�ndose, igualmente, para la Gobernaci�n, el derecho a convocar las Bienales Latinoamericanas de Literatura �Jos� Rafael Pocaterra�, �Enrique Bernardo N�ez� y �Canta Pirulero�. La Junta Directiva del Ateneo de Valencia, asistida por los abogados Adelba Taffin, Maritza Quintero, Argenis Flores y Wily Laurenat, introdujo un recurso de nulidad de ambos decretos, aduciendo, en esencia, que el hecho de que la Gobernaci�n auspicie premios dentro de esos eventos, no le da el derecho a declararse organizador de los mismos: existe una diferencia, han declarado, de manera insistente, los miembros de la JuntaDirectiva entre ser patrocinante o auspiciante de una actividad y ser su organizador.
---Tal cualidad le corresponde �nicamente al Ateneo de Valencia�declar� Jos� Napole�n Oropeza�En el caso del Sal�n Michelena, el Decreto al cual alude el ciudadano Gobernador sobre la g�nesis del Sal�n Michelena, fue emitido por el Presidente del Estado de entonces, Tom�s Pacanins, quien apoya la creaci�n de un Premio dentro del Sal�n, con el nombre de Arturo Michelena. La idea�sostiene, de manera enf�tica, nuestro informante�surgi� del Ateneo de Valencia como lo demuestra la lectura de las actas de la Junta Directiva que, entonces, presid�a Chuchu�ta Caraba�o de D�az y la propia historia registrada en la prensa de la �poca. En el caso de las Bienales de Literatura, s�lo a partir de los a�os noventa, la Gobernaci�n se convierte en auspiciante. El auspicio a esas Bienales lo otorgaban los familiares de Jos� Rafael Pocaterra, los herederos de Enrique Bernardo N�ez y de Luis Bouquet. Y las Bienales datan de 1955. Posteriormente, en los a�os sesenta se incorporaron como patrocinantes el Concejo Municipal de Valencia y la Universidad de Carabobo.
En otro orden de ideas, inform� el escritor Jos� Napole�n Oropeza, que ya est� todo listo para iniciar el proceso de inscripci�n de obras para la Bienal �64 Sal�n Arturo Michelena�, cuya edici�n, esta vez, estar� dedicada a la Universidad de Carabobo, con motivo de los cincuenta a�os de su reapertura. Tal como est� pautado en las bases que circularon desde el martes 22 de enero, la inscripci�n se llevar� a cabo, desde el 1 de julio hasta el d�a 20 del mismo mes, en el Centro Cultural y Deportivo �Don Bosco�, situado en la Avenida Valencia, de Naguanagua. Informaci�n adicional puede ser solicitada a trav�s de los siguientes correos electr�nicos: ateneo-valencia @ cantv.net y ateneo-valencia @ Hotmail.com
Consultado el Presidente del Ateneo de Valencia, sobre si ha tenido la instituci�n alguna respuesta sobre los diversos recursos jur�dicos introducidos en los tribunales, respondi� que conf�a en que se impondr� finalmente, la raz�n y la justicia, en este duro proceso que no dud� en calificar en �la noche m�s sombr�a que le ha correspondido vivir a nuestra instituci�n en toda su historia�, concluy� finalmente.