viernes, 25 de enero de 2008

Sin regreso

Por Manuel Felipe Sierra

Chávez no cesa de sumar derrotas en el plano internacional. Ya ni el Gobierno cubano le acompaña en la descabellada propuesta de conferirle beligerancia política a las FARC. El silencio de La Habana es comprensible. A finales de la década de los 80, el caso del general Arnaldo Ochoa y los hermanos De la Guardia, enjuiciados por tratos con el narcotráfico colombiano, culminó con el fusilamiento del primero, por cierto héroe de Angola y uno de los célebres mellizos que cumplieron fielmente los planes de intervención fidelista en otros países en los años 60. Para Kirchner es incomprable la propuesta. Evo Morales ha guardado silencio y es posible que en su anunciada visita a Caracas actúe con sospechosa moderación. Correa en Ecuador marca distancia. Alan García denuncia el peligroso efecto del soborno petrolero en la región. Lula no comparte la idea. Daniel Ortega en solitario suscribe el disparate de Chávez, pero no puede hacerlo como jefe de Estado porque su mandato está constreñido por compromisos con los más retrógrados factores de la política nicaragüense.

La gira de Uribe a Europa comprometió a Sarkozy, quien además de rechazar el planteamiento chavista, aseguró que las FARC seguirán en la lista negra del terrorismo. La Unión Europea apoyó la iniciativa del presidente de Colombia. ¿Por qué Chávez se lanzó a una piscina sin agua? Algunos analistas hablan de una cortina de humo o del llamado ''trapo rojo''. Ello no pasa de ser una apreciación ligera.Nadie usa un recurso distraccionista de ese tipo si no está seguro de sus consecuencias. Por eso se trata de un manejo, cuyos efectos están previamente garantizados.

Lo que hace ahora Chávez es perfectamente congruente con lo que ha sido su política exterior. Ella se basa en la exportación del socialismo del siglo XXI o lo que originalmente se conoció como la revolución bolivariana. En esta dirección no ha ahorrado ni un solo bolívar en maltratar la chequera petrolera con dádivas y regalos sin medir que de esta manera se compromete la soberanía de la nación; en alianza con el Irán de Ahmadinejad y su plan de enriquecimiento de uranio que rechaza la comunidad mundial; o lo que más que un contubernio configura una confederación entre Venezuela y la dictadura crepuscular de Fidel Castro.

Ante circunstancias adversas Chávez insiste (lo cual tiene antecedentes desde su toma de posesión en 1999 frente al presidente Pastrana) en una línea de confrontación, hasta ahora recurrente, con los gobiernos de Bogotá, para impulsar su propuesta revolucionaria que en algún momento pudo prender en Perú con Ollanta Humala y que germinó en Bolivia con Morales y en Ecuador con Correa en menor medida, pero que ha encontrado un inmenso obstáculo en el mandato de Uribe, quien avanza en el Plan Colombia con apoyo de Estados Unidos. En ese camino Chávez no tiene regreso ni arrepentimiento. De allí que cualquier cosa puede ocurrir.

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