¿Con quién contamos?

Con Chávez, en primer lugar! Y luego, no faltaba más, con su pandilla. Con la misma que condujo a la más fenomenal derrota de la historia electoral venezolana y la misma que ha hecho un pésimo diagnóstico de qué la produjo. Peor incluso: uno que lleva aparejado una estrategia que les garantiza un abismo peor.
Esa nefasta estrategia sólo indica una cosa: no han entendido ni jota de las razones que produjeron la debacle, con lo cual, quiéranlo o no, garantizan que el abismo que les espera será peor. Desde amenazas a gritos en el Mercal de La Vega, en Caracas, "por su ingratitud"; hasta chequeo, lista en mano, de los pedevesos en su momento de votar, y a quién lograron arrastrar con ellos.
Y, por supuesto, las dolidas -y dolorosas- reclamaciones de Chávez a los suyos en cuanto acto público se les aparece. Ahora, les dice, ya no podrán contar con su desvelada y perenne presencia después del 2013. Así que vayan olvidándose de Hummers, viajes, y dólares sin colas ante Cadivi. Nada tendrán cuando él ya no esté. ¡Qué dolor, qué dolor, qué pena!
El chavismo oficial, el que está enchufado, el de los mamandini, ha emprendido una tarea de "recomposición" que puede resultar suicida: recriminaciones, veladas amenazas y acusaciones de todo tipo terminarán afianzando lo que pretenden curar.
¿Qué les impide asumir la "estrategia Betancourt" en los años posteriores a la pérdida del poder de 1968? ¿La recuerdan, visitar casa por casa a quienes se habían ido con el MEP de Prieto, para recordarles que "adeco era adeco hasta que muriese"? Aquella estrategia resultó triunfante en diciembre de 1973. De nuevo, el Partido del Pueblo en el poder, de donde nunca debería de haber salido, coincidían con Rómulo todos los adecos, reencontrados al fin.
La que hoy contemplamos maravillados en ministerios, alcaldías y cuanto ente del Estado yace secuestrado por la pandilla gobernante, es todo lo contrario y sólo garantiza un triunfo, ¡el de la oposición!
Quienes en el futuro estudien este fenómeno nos arrojarán importantes luces de porqué el chavismo no pudo emprender, y menos culminar, una estrategia ganadora. Su visión de las cosas posiblemente no permite la más mínima rendija por donde se cuelen las verdaderas razones para la debacle y al final, quizás lo peor: dólares a manos llenas. Sin contralorías, y por ello sin temores, no se sabe aún el daño profundo que le han hecho a esta revolución.
Lo que sí podemos es atisbar el fenómeno antropológico que yace en la derrota. ¿Cómo fue posible que el votante tradicionalmente chavista (les distingo de la minoría radicalmente enamorada -y comprometida- con este proyecto enloquecido) conscientemente se abstuviese, o peor, se pusiese al lado de los que se oponen a Chávez? Y cuando digo "conscientemente" lo hago en el más inclusivo contenido del término: estaban muy conscientes de los riesgos que corrían con tal comportamiento. Pero también del efecto "liberador" que para ellos tenía el asumirlo.
Las pruebas están allí, en los datos. Para haber crecido más de 300 mil votos en apenas 12 meses (con toda la abstención de los incrédulos y desesperanzados que hasta ahora les acompañaban y que como un fardo se le clavaron en sus espaldas) había que contar con miles de gente de aquel lado dando el salto. No hay otra forma de entenderlo. Por eso es preciso acudir al alma de cada quien para comprenderlo.
Ello es tanto más necesario cuando lo vemos por ciudades y pueblos del interior. Si no ¿cómo entender el triunfo del NO en Cumaná, la pelea cabeza a cabeza en Carúpano, el empate en Falcón, los aludes en Miranda, Táchira y Carabobo, el cambio en Lara y Ciudad Bolívar? Pero lo que es crucial es imaginar a quien siempre se ubicó al lado de Chávez que se resistió a acudir a la mesa respectiva. Imaginar sus dudas, sus vacilaciones, su dolor, en fin.
Cuántos miles de pedevesos, de "misioneros", de aprovechados, que se mantuvieron alejados de las mesas, mientras veían pasar las horas sabiendo de las angustias por las que pasaban los encargados de responder por ellos. Nada logró moverles. Pero peor fueron quienes ya habían decidido concurrir para darle la espalda a las alarmantes pretensiones de Chávez. Le dieron su NO cuando éste clamaba por su SÍ.
Allí está él. Aparentemente impertérrito, pero en realidad golpeado. Sólo sabremos cuánto en los próximos meses. Mientras, podemos contar con él, que es quien bloquea su propia revolución, tornándola imposible. Bienvenido pues al nuevo año, que puede ser el de la estocada definitiva.
antave38@yahoo.com
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