domingo, 27 de enero de 2008

Chavez, peligro público latinoamericano

El Pais. España

El presidente venezolano, Hugo Chávez, parece haberse extendido a sí mismo un cheque en blanco para decir lo que le dé la gana, cuando le dé la gana y contra quien le dé la gana. Su homólogo colombiano, Álvaro Uribe, ya había sido objeto de sus atenciones cuando éste le retiró el plácet para mediar ante la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Pero este fin de semana el autoproclamado líder bolivariano ha superado la barrera de la demagogia para formular una acusación tan absurda como grave: Bogotá está fabricando con la desconocida Operación Balboa un casus belli para que Washington inicie acciones de guerra, con la presumible colaboración colombiana, contra Caracas.

Uribe había pedido a Chávez que hiciera de mediador ante las FARC para facilitar un canje humanitario, que debía afecta a 46 rehenes de algún relieve social, en manos de los insurgentes. Pero lo que Bogotá interpretaba como injerencias constantes de Chávez en sus asuntos internos indujeron al presidente colombiano a retirarle el plácet mediador. Chávez obtuvo a primeros de año de las FARC, a las que le une afinidad ideológica, la libertad de Clara Rojas y Consuelo González, personalidades políticas colombianas, lo que constituyó un indiscutible éxito. Y acto seguido pidió a la Unión Europea que retirara la calificación de terrorista a la fuerza guerrillera -que no cabe duda de que lo es-, así como que Bogotá le reconociera el estatuto de beligerante. La inevitable negativa de Uribe, que gobierna un Estado de derecho, es lo que ha desencadenado el último desvarío del lenguaraz presidente.

El líder colombiano visitó la semana pasada Bruselas, París y Madrid. En la capital europea recabó la certeza de que no habría lenidad con las FARC; en París, que el presidente Sarkozy no fuera tampoco indulgente para obtener la libertad de otra secuestrada, Ingrid Betancourt, que tiene también la nacionalidad francesa; y en España, que ha elevado su nivel de cooperación con Colombia, obtuvo el apoyo del presidente Zapatero. Parece que halló satisfacción en todos los frentes, lo que pudo irritar aún más a un Chávez que por momentos deja de ser un mero engorro diplomático para convertirse progresivamente en un peligro público latinoamericano.

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